
Algunos investigadores calculan que podría haber hasta un millón de ellos. Muchos, de hecho, se encuentran activos. Aunque la mayor parte de estas formaciones se levanta a lo largo de las dorsales oceánicas, donde se encuentran las placas tectónicas, otras surgen en los denominados puntos calientes, que pueden estar a cientos de kilómetros de ellas, como en Hawái.

Una legión de climatólogos, geólogos y biólogos estudian estas estructuras, así como las chimeneas hidrotermales que suelen erigirse próximas a ellas, para estudiar cómo se forma el nuevo suelo, hasta qué punto influyen en la temperatura de los océanos, su interacción con la atmósfera y cómo subsiste una diversa fauna en sus alrededores, en total oscuridad, a una enorme presión y cerca de emanaciones de partículas extremadamente tóxicas. Es más, algunos expertos sospechan que allí se encuentran las claves que explicarían la existencia de vida en la Tierra.
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